en Marruecos, refugiados y demandantes de asilo en peligro

communicado, 27 de julio 2006

Desde el lunes 24 de julio, numerosos refugiados y demandantes de asilo de varias nacionalidades se han reunido en una concentración ante la sede de la representación del HCR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Marruecos. Con esta movilización, estos hombres y mujeres expresan su desesperación y su rebelión ante la continuidad de una situación que le es impuesta desde hace meses, al precio de un sufrimiento cada vez mayor.

Cuando deberían beneficiarse de un trato protector en aplicación de la Convención de Ginebra sobre los refugiados, de la cual Marruecos es signatario, demandantes de asilo y refugiados viven en este país en condiciones extremadamente precarias, sin recursos, sin apoyos sociales y jurídicos adecuados. Además, se le priva en la práctica de algunos derechos fundamentales mínimos como el acceso a la asistencia, a la escolarización de los niños y a la libertad de movimiento.

Esta situación no es sorprendente. Hasta aquí país de paso, o de migración temporal para los naturales de sus vecinos africanos, Marruecos es forzado desde hace unos años a jugar el rol de «gendarme de Europa» reteniendo sobre su suelo a los exiliados que se dirigen hacia el Norte. En el nombre de un desigual «reparto de responsabilidades», la Unión Europea, externalizando su política migratoria y de asilo, descarga sobre sus vecinos, tanto en el Sur como en el Este, las obligaciones que le incumben en relación a sus compromisos internacionales, particularmente con respecto a las personas que necesitan protección. Vecinos en los que, como Marruecos, las capacidades de acogida e integración están muy lejos de las necesidades de millares de exiliados que se encuentran desde ahora atrapados como en una trampa de la que no pueden escaparse.

Tomando como blanco de sus reivindicaciones el HCR, los manifestantes de Rabat ponen en cuestión la ambigüedad del papel de una institución que se ha constituido en garante de una situación inaceptable. Pretendiendo garantizar la puesta en marcha de un sistema de asilo justo y eficaz en países que están lejos de disponer de las infraestructuras necesarias para asumir que ello implica -y que no tienen forzosamente la voluntad política para ello- el HCR sirve, de hecho, a los intereses de la Unión Europea. Mientras que la Unión Europea admite cada año a menos demandantes de asilo, la política del HCR contribuye a acentuar este cierre de fronteras. Los demandantes de asilo sufren el coste de esta externalización que muy a menudo, como en Ceuta y Melilla, se parece a un verdadera guerra a los migrantes.

Para Migreurop, es inaceptable que migrantes y exilados sean forzados a permanecer en un país que no han escogido como destino mientras las condiciones de acogida y de integración no están aseguradas de acuerdo con los estándares internacionales (Convención de Ginebra sobre los refugiados, Convención Internacional sobre la protección de los derechos de los trabajadores migrantes y los miembros de sus familias). La política de visas de la Unión Europea debe responder a esta exigencia, facilitando su circulación. Se trata de refugiados, corresponde al HCR asumir hasta el fin su misión, garantizando la seguridad a todas las personas a las que se reconoce el derecho a la protección, sea en el país de acogida, sea si eso es imposible, como actualmente en Marruecos, en otro país.